La tarea de los
políticos que cumplieron su ciclo debe ser pasar la posta a cuadros de sangre
nueva que ganen protagonismo en el escenario político. ¡El nuevo Estado precisa
nuevos actores!
ABRAHAM SAHUA | ISTORIECOM | BOLIVIA
abrahamsahua@gmail.com
“¿Saben
por qué la Senadora Salvatierra es la presidenta más joven de nuestra
historia?… Porque las anteriores constituciones
exigían 35 años como mínimo para ser senador”, escribió Mario Espinoza,
periodista de la vieja guardia, escudero de Carlos D. Mesa y opositor adusto al
gobierno, en su cuenta de twitter,
días después de jurar Adriana Salvatierra como presidenta de la Cámara de
Senadores.
Dos
certezas son los que hacen atractivo a este escrito. La primera es que,
efectivamente, Adriana Salvatierra (29), cruceña y militante de Comando Sur, es
la Presidenta del Senado más joven de la historia de Bolivia, por el período 2019-2020.
“Espero
que esta senda que estamos construyendo permita la participación de más mujeres
y de más jóvenes dentro de la Asamblea Legislativa. Tengan la absoluta certeza
de que trabajaremos con integridad, con honestidad, con sacrificio, con el
ejemplo del presidente Evo Morales, que se levanta a las seis de la mañana para
construir patria” (La
Razón, 17-01-2019), señaló al momento de jurar.
El
segundo aserto es que las constituciones anteriores al 2009 exigían un promedio
de edad por encima de los veinte años para ser legislador –Diputado o Senador–.
La
Constitución Política del Estado (CPE) republicano de 1967, vigente hasta el
2009, en los artículo 61 y 64, advierte que para ser Diputado se “requiere
tener veinticinco años de edad cumplidos al día de la elección” y para ser
Senador se “necesita tener treinta y cinco años cumplidos y reunir los
requisitos exigidos para Diputados”.
Hoy,
con la actual Constitución, puesta en vigencia el 7 de febrero del año 2009 por
el presidente Evo Morales, uno puede ser candidata o candidato a la Asamblea
Legislativa Plurinacional “con dieciocho años de edad cumplidos al momento de
la elección” (art. 149).
Este
cambio cualitativo constitucional es sólo posible en el Estado Plurinacional, donde
la apertura es de par en par a la juventud de renovada subjetividad hacia el
horizonte de potenciar al país en sus distintos brazos: económico, cultural,
social, político y jurídico.
Y
la tarea de los políticos que cumplieron su ciclo debe ser pasar la posta a cuadros
de sangre nueva que ganen protagonismo en el escenario político. Es el momento de
remozar las instituciones políticas con nuevos actores que disputen ideas de
vanguardia sobre el horizonte del país plurinacional.
Lo
mismo debe suceder en las organizaciones sociales, sindicales y campesinas en
este tiempo de proceso de cambio. ¡El nuevo Estado precisa nuevos actores!

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