7 de enero de 2019

Democracia pactada (1985-2005) I: su inauguración


La democracia liberal fue sinónimo de elecciones indirectas. O sea, el ciudadano “votaba pero no elegía” a su presidente. Sufragaba por un candidato, pero los legisladores en el Congreso sorteaban opciones de entre los más votados y elegían al futuro gobernante en relación a acuerdos y prebendas políticas. Y al pueblo sólo le quedaba aceptar el veredicto y al nuevo gobierno.


ABRAHAM SAHUA[1] | ISTORIECOM | BOLIVIA
abrahamsahua@gmail.com

En el imaginario colectivo está presente la idea de que la administración del Estado es para aquel sujeto político que se preocupa por el país y que pretende hacer algo por él. Esto, en realidad, no es cierto, nunca lo fue. Lo que siempre motivó a pugnar por el dominio del Estado, que no cambiará en el fututo, es el interés por administrar los recursos económicos que genera, que es cuantioso. Y la pregunta inmediata: ¿a favor de quién?


Sólo hay dos formas de administrar los recursos económicos que genera el Estado. Por un lado, a favor de los intereses del pueblo, con redistribución, creación de empresas estatales productivas que generen más excedente, políticas públicas a favor de la mayoría, etc. Y por el otro, a favor de los intereses particulares, de grupos, de castas, de clanes familiares, que llenan cuentas bancarias a manos llenas para garantizar el futuro de sus generaciones y no del pueblo.

En Bolivia, desde del virrey Francisco de Toledo (siglo XVI), en la colonia, pasando por los gobiernos republicanos –caudillistas, conservadores, liberales, republicanos, nacionalistas, militares y democráticos–, hasta el año 2005, la forma de administración del Estado siempre fue bajo los cánones de intereses particulares.

Y la última fase de esta manera de administración fue el período neoliberal (1985-2005), donde los gobiernos neoliberales se dieron a la tarea de enajenar los recursos naturales, las empresas estatales y los excedentes económicos a manos de empresas transnacionales. Toda esta práctica fue resultado del advenimiento de la democracia representativa liberal.

Este tipo de democracia en Bolivia retorna el 10 de octubre de 1982, con la consagración del Dr. Hernán Siles Zuazo, de la Unidad Democrática y Popular (UDP), como presidente Constitucional de Bolivia, por el lapso de cuatro años (1982-1986), que no logró cumplir por el corralito de los partidos de la coalición (PCB, MIR y MNRI), la oposición política (MNR y ADN), los empresarios (CEPB), comités cívicos y la posición salarialista de la COB, FSTMB y la CSUTCB. Todos juntos lo orillaron a resignar al cargo el 6 de agosto de 1985.

Con Siles al poder, se había cerrado un ciclo largo de regímenes militares (1964-1982), de gobiernos dictatoriales, autoritarios y prorroguistas, donde los civiles estaban amenazados de “andar con el testamento bajo el brazo”, reducidos a la sumisión, sin oportunidad a la disidencia.

Las Fuerzas Armadas asumieron el poder a consecuencia del país tomara el rumbo del orden, la paz y el trabajo, poniendo en statu quo al gremio obrero y al sector campesino con persecución, exilio a sus líderes y, a algunos de ellos, privándoles de la vida, como también a personajes ilustres –Luis Espinal, Marcelo Quiroga Santa Cruz…– que levantaron la voz al régimen por sus desaciertos; sofocando así, con el apoyo desde la sombra de políticos de derecha, todo intento de emergencia de la “izquierda comunista”, por susceptibilidad del gobierno norteamericano.

Pero vuelto la democracia, éste fue cooptado por los mismos actores que hicieron juego con la dictadura, y vuelven esta vez revestidos de “políticos demócratas”. Con ello se había transitado de la dictadura militar a la dictadura de partidos políticos neoliberales, a la democracia representativa liberal, que privilegió intereses particulares de nacionales como de extranjeros.

Y la esencia del concepto de democracia, el “gobierno del pueblo” o a la democracia participativa, de ningún modo fue puesta en práctica en su integridad, sino parcialmente.

Como es práctica ocurrente en Bolivia, desde su fundación –1825–, que una minoría siempre capitaliza las victorias del pueblo organizado, y esta vez no  fue la excepción, la partidocracia neoliberal se había apoderado del regreso de la democracia.

En los hechos, la democracia liberal fue sinónimo de elecciones indirectas. O sea, el ciudadano “votaba pero no elegía” a su presidente. Sufragaba por un candidato, pero los legisladores en el Congreso sorteaban opciones de entre los más votados y elegían al futuro gobernante en relación a acuerdos y prebendas políticas. Y al pueblo sólo le quedaba aceptar el veredicto y al nuevo gobierno.

Esta forma de democracia se legitimó porque ningún partido político obtenía mayoría absoluta como rezaba la Constitución Política del Estado de entonces. Según el artículo 90, el Congreso era facultado para elegir Presidente y Vicepresidente de la República “si en las elecciones generales ninguna de las fórmulas obtuviera la mayoría absoluta de sufragios válidos”. Y entonces se barajaba suerte “entre las dos fórmulas que hubieran obtenido el mayor número de sufragios válidos” para pactar y agruparse en megacoaliciones.

Así inicia en este período la “democracia pactada”. Duraría veinte años (1985-2005), tal cual había presagiado el primer presidente neoliberal, Dr. Víctor Paz Estenssoro (1985-1989), quien inaugura su nuevo gobierno con la premisa de “Bolivia se nos muere”, por la alta inflación de la economía, y promulga el DS 21060 que puso en vigencia el neoliberalismo y con el que lanza a más de 25 mil obreros a las calles indicando “relocalización”, re-acomodo de fuente de trabajo, que no fue tal, sino un juego de palabras.

Este grupo de exempleados fueron a engrosar el mercado informal y parte del contrabando, además de dispersarse por todo el territorio nacional obligado a reinventarse en nuevos rubros para cubrir la canasta familiar y tratar de mantener a la familia unida que, en muchos casos, el desempleo fue el detonante de su desintegración y la proliferación de la delincuencia.


El neoliberalismo había fomentado el “vivir mejor” de algunas cuantas familias, matando toda esperanza de “vivir bien” de la mayoría de los bolivianos y las bolivianas. Pero el giro de paradigma era cuestión de un par de años, al inicio del siglo XXI. Pronto los movimientos sociales e indígena-campesinos diseñarán, a través de duras jornadas de luchas, el nuevo horizonte estatal, el Estado Plurinacional Social Comunitario Autonómico de Bolivia. 




[1] Licenciado en Ciencias de la Comunicación Social por la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), La Paz-Bolivia, maestrante en el programa de Postgrado de Historia de la UMSA.

No hay comentarios:

Publicar un comentario