En los siguientes párrafos, se reseña una obra que data de la década de
los 90, del siglo XX. Se trata de una versión que aborda sucintamente sobre Los señoríos y sus mallkus (líderes
comunales) de la región de Potosí en dos momentos: primero retrata los
territorios étnicos en el Altiplano y segundo describe las características de
las autoridades autóctonas de los señoríos.
Período
precolonial: Los señoríos y los mallkus en Potosí
@ ABRAHAM SAHUA | MYMPOLITIKON BOLIVIA
abrahamsahua@gmail.com
La época prehispánica, o período precolonia como
prefieren denominarlo algunos investigadores, es una temporalidad que no está
definida ni cerrada. Especialmente con el avance de la Arqueología se van
encontrando nuevos hallazgos y renovando antiguas afirmaciones, unas se
mantienen y otras se descartan. Esto no significa que viejas investigaciones
estuvieran amañadas o trocadas, sino que fueron simplemente resultados del
momento, de una determinada temporalidad, estableciéndose como hipótesis y que
van modificándose según el acontecer de las nuevas generaciones y el desarrollo
de la ciencia.
Sin embargo, en esta oportunidad, en los siguientes
párrafos, se reseña una obra que data de la década de los 90, del siglo XX. Se
trata de una versión que aborda sucintamente sobre Los señoríos y sus mallkus (líderes comunales) de la región de
Potosí en dos momentos: primero retrata los territorios étnicos en el Altiplano
y segundo describe las características de las autoridades autóctonas de los
señoríos.
“Los territorios étnicos”.
En cuanto al
primer momento, Los territorios étnicos, se hace una puntualización de los
espacios en que los distintas comunidades étnicas se asentaban. Pues así se
señala lo siguiente:
·
al norte del Lago
Titicaca estaban los Canas y Canchis, y alrededor del mismo lago se encontraban
los Lupaqas, Kolla y Pakajes;
·
por el norte de
Potosí se desarrollaron los Charka, Qara Qara, Chuis y Chicha, formando una
confederación;
·
entre el Lago y
Potosí convivían los Carangas, Quillakas, Asanaques, Sevaruyos y Uro (en Oruro)
y
·
por el lado de
Cochabamba se encontraban los Sora y los Yamparaes en Chuquisaca.
Estos grupos, denominados “señoríos” o “naciones”,
además de tener territorios propios, tenían nombres y autoridades propios.
Además, “estas naciones tenían un territorio principal donde estaban la mayor
parte de la población y donde vivían sus mallkus, pero también tenían tierras
en regiones muy alejadas separadas de este territorio principal” (p. 7-8), del
cual se abastecían de productos diferentes.
De acuerdo al texto, la lengua que hablaban estos
pueblos era el “aymara”, jaya mara aru
diría la corriente indianista. En realidad, hasta el momento, no es posible
afirmar, a ciencia cierta, cuál fue la lengua mater de estas primeras etnias.
El término aymara es un ardid de los colonizadores españoles por la premura de
querer comunicarse con los nativos de estas tierras.
Otra característica de estos pueblos étnicos es que
se bifurcaban en dos mitades, dos parcialidades, el Hanansaya y Urinsaya, que
gira de acuerdo a su cosmovisión, como dos fuerzas o como hombre y mujer.
Entonces, el Señorío Charka se dividía en Sacaca
(Hanansaya), que a la vez se dividía en Jila (Hanansaya) y Pagre y Sullka
(Urinsaya), y Chayanta (Urinsaya), que aglutinaba a Chullpas, Laime, Karachas,
Chayantaca y Sicoya.
El señorío Qara Qara se dividía en Macha (Hanansaya),
que éste a la vez se dividía en Macha Haransaya y Pocoata Urinsaya, y Chaqui
(Urinsaya), en donde se encontraban Chaqui, Visisa, Tacobamba, Moromoro,
Caracara, Collo, Caquina y Picachuri.
En los valles se hallaban los siguientes señoríos.
En las regiones de Auqimarca y Cayana, en los valles de Potosí, convivían una
mezcla de distintos grupos étnicos que estaban en busca de tierras fértiles.
Pero “de estos Auquimarca y Cayana se sabe muy poco, casi nada se conoce. Es
muy posible que hayan formado parte de Charka, obedeciendo a los mallku de los
Charka” (p. 12).
En el sur de Potosí se encontraban los Chichas. Su
territorio era el más extenso de los señoríos que se extendía hasta el norte
argentino, siendo su capital Tolima, luego se cambia a Tupiza. Este vasto
territorio no era apto para la agricultura ni para la ganadería, su riqueza se
encontraba en la minería del oro y la plata, que en el Tawantinsuyu será su
actividad económica.
Y en el valle de Cochabamba se concentraban los
Sipe Sipe, Cota y Chui, pero también los Sora en parte de Oruro. “Los Sora no
pertenecieron a la Confederación de Charka, pero fueron sus amigos y aliados
(…; y) estaban organizados también en dos mitades, Paria en Hanansaya y
Tapacarí en Urinsaya.” (p. 14)
Pero estos grupos cayeron en manos de los inkas,
podría decirse una primera colonización, que aglutinados formaron el Kollasuyo,
al sur de lo que fue el Tawantinsuyu,
espacio geográfico de los cuatro suyus. Sin embargo, se dice tal colonización
no tuvo ribete de absoluto, pues dejó que las comunidades mantuvieran sus
costumbres, sus dioses y autoridades, hasta la lengua propia.
“Los Mallkus del Norte de Potosí”.
Ahora bien, el segundo punto, sobre Los mallkus del
norte de Potosí, trata sobre todo de las características de los líderes o
autoridades –llamadas Mallku, cóndor, en los pueblos aymaras, y Kuraka en los
quechuas– que comandaban dichos señoríos. Eran los intermediarios entre el
mundo material y el mundo espiritual; es decir, tomaban contacto con las deidades
achachilas y las wacas y, en el Tawantinsuyu, con el Inka.
En estos señoríos, antes de la llegada de los
españoles, la organización de las autoridades dependió de la organización del
territorio. Así tenía un mallku Hanansaya, el más importante, y otra Urinsaya.
O sea, en estos pueblos étnicos hubo autoridades mayores, intermedias y menores
como aún hoy existen en algunos lugares.
Estas autoridades ejercían todo poder sobre sus
ayllus, hasta fueron reconocidos como tal por los inkas. Pero llegada la colonia,
fue mutilado el poder de decisión, pasando a un estado de dependencia de los
españoles. Asimismo, cambian de nombre de Mallku a “cacique” por iniciativa de
los peninsulares “que lo tomaron del idioma de los indígenas de las Antillas
que fue el primer lugar donde los
españoles y los indígenas tuvieron contacto” (p. 19).
Ahora bien, “con el recuerdo de los abuelos o
buscando documentos que todavía se guardan en los ayllus podamos recordar los
nombres de las autoridades antiguas de diferentes lugares” (p. 20).
Por ejemplo, del señorío de Qara Qara se conoce
algunos mallkus antiguos. Cuando los españoles incursionaron a estos
territorios (1535), el mallku de Macha (Hanansaya) fue conocido como Tata
Paria, señor de todos los señoríos de Urkosuyo. Su hijo se llamó Gualca y vivía
en Machacamarca, cacique de la parcialidad de Hanansaya.
“Como estos caciques eran personas tan importantes,
en ese tiempo se reconoce su calidad dándoles algunos privilegios. Por ejemplo
tenían ropa muy fina tejida de vicuña, casi no caminaban sino que eran llevados
en unas literas o andas (…, y) también estaban protegidos con un quitasol o sombrilla hecha de plumas de pájaros de
muchos colores.” (p. 21)
En el lado de la otra parcialidad, en Urinsaya, se
encuentran los mallkus de Pocoata. El más antiguo fue Hanco Tutumpi Ayra
Canchi, tuvo dos hijos, Ochotoma –esposo de la hija del Inka Huayna Kapak, con
quien engendró un hijo que llevó nombre castellano y apellido indígena:
Francisno Ayra, quien a la vez engendró a Fernando Ayra de Arriuto– y Moroco
–fue guerrero, a su hijo lo llamó Fernando Chuichui, y éste a su hijo Fernando
Chinchi–.
Desde Fernando Chui Chui, todos los siguientes
caciques vivieron bajo la égida español. El último de los descendientes de esta
hilera cacical fue Fernando Ayra de Arriuto “que a principio del siglo XVII,
pidió a la Corona Española que le reconociera sus servicios” (p. 23), y recibió
un escudo de armas con figuras de la cultura andina.
Y en tiempos del Inka Huayna Capac, aparece
Hachacata, poderoso líder indígena, que tenía el control sobre las tierras de
Sora, Umasuyu y Urkosuyo, hasta el linde de Chile. Fungía como segundo Inka por
imposición de manos del Inka. Y su descendencia continuó con la tarea del
cacicazgo.
En el caso de los Charca, sobre los mallkus de las
dos parcialidades, Sacaca (Hanansaya) y Chayanta (Urinsaya), se sabe sucinto.
Pues sobre sus autoridades autóctonas de Chayanta,
se tiene referencia solo de los primeros nombres: Ayracha y Canche. Éstos
gobernaban hacia el año 1550, poco antes de la llegada de los españoles, pero
no se sabe “de qué ayllu eran y si sus hijos siguieron siendo los caciques del
lugar” (p. 24). Luego, no se sabe de otras autoridades de estas tierras hasta
1582: Francisco Soto (de Layme), Alonso Causire (de Chullpa), Gregorio
Achuquira (de Karacha), Francisco Chambi (Chayantaka) y Alonso Pampaconi (de
Sikoya).
En cambio las autoridades de Sacaca, de la
parcialidad Hanansaya, se conocen mejor. El cargo de estos caciques se dice que
data de generaciones anterior a la colonización inka, y que se reprodujo hasta
todo el período colonial.
En consecuencia, “los mallkus de los Charka, desde
su antepasado más antiguo, fueron los siguientes: antes de la llegada de los
españoles (están) Haracha (año 1450 aprox.), Capacatiaraca (año 1475 aprox.),
Cohocoho (año 1500 aprox.) y Coysara (año 1535); durante los primeros años de
la colonia (están) Alonso Ayaviri (año 1560), Fernando Ayaviri (año 1582) y
Juan Ayaviri (año 1590)” (p. 26-27).
Finalmente, los mallkus de Sacaca, asimismo,
pidieron a la Corona Española un escudo de armas en reconocimiento a su
investidura, y fue concedido, con los mismos argumentos iconográficos que el de
los de Pocoata.

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