Toda investigación
histórica es necesariamente provisoria, es un avance, un basamento sobre el que
se harán nuevos aportes en el futuro. La historia que se escribe hoy sin duda
será sucesivamente reelaborada, pero ésa no es razón para que no se pueda escribir
en el presente (Barela, 2004).
ABRAHAM SAHUA[1] |
MYMPOLITIKON BOLIVIA
abrahamsahua@gmail.com
La Historia Oral, hasta nuestros días es todavía
vista entre ceja y ceja por algunos historiadores de la vieja guardia y por
algunos efebos investigadores. Este rechazo podría ser por varias razones, pero
el más añejo es la supuesta falta de credibilidad de esta técnica y el culto
absoluto al documento escrito, haciendo de ella todo un credo.
En este marco de sinceramiento, en los siguientes
párrafos se propone escudriñar los elementos constitutivos de la Historia Oral,
que en la práctica es un instrumento valioso con el que es posible la revisión
de algunos episodios de la Historia como también los acontecimientos recientes,
por ende re-pensar la Historia, que es una labor de “aquí y ahora”.
En la primera parte del presente ensayo
bibliográfico, se pretende encontrar una definición sobre esta técnica; en la
segunda, se aborda sobre la metodología y, por último, se señala algunas
experiencias recogidas a través de la Historia Oral.
I. Historia Oral: Definición.
Son pocos quienes se preocupan en desarrollar una
definición sobre el término Historia Oral. Tal vez sea porque el término ya se
da por sobreentendido. Sin embargo, para comprender esta categoría en su justa
dimensión –alcances, objetivos, operatividad, etc.– es necesario encontrar su
sentido, en entender de lo se trata, para una mejor instrumentalización en la
práctica.
Pues es cierto también que el término Historia
Oral, a simple vista, “se presta a confusión porque parece que quiere ser una
disciplina distinta, como la Historia Económica”, Historia Social, Historia
Política u otras, por lo que algunos plantean reemplazar el término por “Relatos
de la Vida” –Lije Stories–, “Historia
de Vida” (Lara y Antúnez, 2014), o el “más adecuado sería Fuentes Orales,
porque es de eso que se trata” (Fraser, 1993: 80). A pesar de estas propuestas,
hay nomás consenso en denominarlo a esta técnica de recolección de datos como
Historia Oral, o llamarlo de esa manera, porque no existe un ente rector
autorizado que establezca cómo debe ser denominado. El debate aún continúa.
Mientras tanto, la Historia Oral no se constituye
en una “disciplina histórica” sino en una técnica de recolección de datos
históricos a través de fuentes orales, testimonios orales –convertidos éstos
luego en documentos escritos–, para construir y reconstruir el pasado, pero no
de larga duración sino contemporáneo.
Su uso de esta técnica data de épocas muy antiguas,
desde Herodoto, pasando por los cronistas medievales, hasta los ilustrados del siglo XVIII se apoyaron en las fuentes
orales para narrar o construir sus obras; y comenzando el siglo XIX es cuando
nace “una profunda sospecha sobre la historia oral como indicio para conocer el
pasado” (Archila, 2005: 298) por parte de historiadores de la corriente
positivista, quienes “preocupados por la veracidad de sus testimonios,
renunciaron a las fuentes orales, que consideraron subjetivas, variables e
inexactas, (descalificando) la validez
de los relatos contados por la gente común, siendo clasificados como literatura
o folklore” (Mariezkurrena,..: 228).
Tal subestimación a la Historia Oral por el grueso
de estos historiadores continuó hasta mediados del siglo XX, más
específicamente hasta después de la segunda Guerra Mundial (1939-1945), que es
cuando las nuevas escuelas historiográficas –en Francia, la escuela francesa de
los Anales; en Inglaterra, la historiografía marxista británica y en Estados
Unidos, la nueva historia económica– cambian la perspectiva sobre el abordaje
de la Historia, cuestionando el culto al documento y sobrevaloración a la vida
de los “grandes hombres”, viejas obsesiones positivistas. Pues así se pasa nuevamente
a tomar en cuenta el testimonio de testigos sobre acontecimientos para la
construcción de la Historia.
De acuerdo a Archila (2005), en los Estados Unidos,
un poco ligado a la anterior historiografía, se buscará aún hechos desde la
perspectiva de las élites. Pero en Europa la cosa cambia sobre los sujetos
entrevistados y el tipo de información que se perseguía. Al historiador y a los
cientistas sociales europeos de entonces les interesará abordar los traumas que
ocasionó en su población la guerra, las historias de vida cotidianas. A esta
forma de encarar la Historia se lo denominó la “historia desde abajo”, que se
replicará en América Latina.
En los años cincuenta y comienzos de los sesenta,
América Latina siguió como moda la corriente norteamericana sobre la
construcción de la historia elitista, utilizando fuentes orales, hasta que dio
un giro a la “historia desde abajo”; es decir, a escuchar a “la gente que no
tiene voz histórica” (Fraser, 1993: 13). Esto se debió a tres factores: el
analfabetismo, a la precariedad de la documentación escrita y al influjo del
pensamiento marxista que Rivera (1987) critica en el sentido que los
izquierdistas se apropiaron de la Historia Oral para instrumentar a sus propios
intereses.
En consecuencia, la Historia Oral no es que se haya
constituido como tal por el azar, más en América Latina, sino por la necesidad
de escuchar a los de abajo, a los subalternos, pero también a todo sujeto actor
que esté involucrado en los acontecimientos, por esto “la historia oral es la
más nueva y la más antigua forma de hacer historia” (Lara y Antúnez, 2014:
227).
Thompson (2000), en ese espíritu, definirá a la
Historia Oral como “la interpretación de la historia, las sociedades y las
culturas en proceso de cambio a través de la escuela y registro de las memorias
y experiencias de sus protagonistas” (p. 15). Además, “la historia oral es la
especialidad dentro de la ciencia histórica que utiliza como fuente principal
para la reconstrucción del pasado los testimonios orales”, dirán Lara y Antúnez
(2014: 50).
Cabe enfatizar que la Historia Oral no rechaza en
absoluto al documento escrito sino, más bien, se complementa a ella (Barela et al., 2004), recolectando bibliografía
especializada.
II. Historia Oral: Metodología.
El rescatar el testimonio del protagonista “aquí y
ahora” se hace imperioso porque éste con el tiempo se arriesga a perder la
oportunidad de ser escuchado, ya que la memoria humana es frágil y efímera. Y
para no perder versiones de los protagonistas sobre eventos fundamentales, es
necesario recoger la información haciendo uso de la “entrevista de historia
oral".
Hay una distancia diferencial entre la entrevista
periodística y la entrevista de historia oral. El primero se preocupa sobre el
acontecimiento del momento, por el tiempo próximo, porque “su esencia es la
inmediatez, la primicia y la respuesta al interrogante de hoy”. Y el segundo,
“además del tiempo corto, se pregunta por los movimientos de larga duración,
por los procesos históricos e intenta descubrir lo que subyace, no lo aparente
o lo que expresa el dato en sí mismo” (Barela et al., 2004: 15); e indaga sobre
no sólo qué pasó, sino por qué pasó (Mignolo, 2002).
La entrevista, en una definición breve, es la
conversación cara a cara entre dos o más personas, con un fin específico. Y
existe una variedad de entrevistas como la dirigida, la estructurada, la
controlada, la guiada y la no guiadas (Pardinas, 1969).
Según Mariezkurrena, “el objetivo de una entrevista
de historia oral no es obtener ‘datos’, sino entender una vivencia, ya que todo
lo que aporta es significativo. Aunque nuestro informante incurra en fallos de
memoria, exageraciones o ficciones, todo ello confiere significado a la
historia de su vida. Lo importante es saber interpretar la experiencia de una
persona, ya que su testimonio nos aporta el privilegio de conocer y comprender
las vivencias íntimas de esa persona” (p. 23 1).
Por lo tanto,
La Historia Oral tiene como primer objetivo la
producción de entrevistas que serán utilizadas como fuentes históricas. Exactamente
por trabajar con testimonios directos, en coyunturas y procesos históricos
cuyos desenlaces aún no se conocen, en consecuencia de la proximidad de los
fenómenos estudiados, la historia oral exige un cuidado y una atención
redoblada de los investigadores al conducir sus proyectos de investigación.
(Ferreira, 2002: 16).
Entonces, el uso de la entrevista, como parte de la
metodología de la Historia Oral, es una herramienta de trabajo fundamental, con
la que se busca información en fuentes orales para la investigación histórica.
Y a la hora de la entrevista de histórica
oral es necesario, aconsejan Lara y Antúnez (2014), hacer una triangulación
entre pregunta, diálogo y percepción (imaginario), además de elaborar,
previamente, un proyecto guía que facilitará el trabajo.
Siguiendo a Barela (2004), un proyecto de
investigación cumple las siguientes etapas:
1. La búsqueda y registro de las fuentes.
Éstas pueden ser primarias o directas (documentos escritos, orales,
periodísticos, literarios, epistolares, arqueológicos, fílmicos, etc.) y/o
secundarias o indirectas (bibliografía ya existente sobre el tema).
2.
El análisis crítico
de las fuentes, en cuanto al contenido y al contexto en que fueron producidas.
3. La síntesis, es decir, cuando se selecciona y ordena el material para
poder estructurarlo y presentarlo adecuadamente.
Asimismo sugiere Barela posibles elementos en la
presentación de un proyecto de Historia Oral.
1. Tema de investigación
1.1
Hipótesis
1.2
Espacio
1.3
Tiempo
2.
Fundamentación
teórica del uso de la historia oral
3.
Desarrollo del
trabajo
3.1
Trabajo de campo
a) Estrategias convocantes
b) Elección de fuentes
c) Entrevistas o reuniones de taller (grabación)
3.2
Elaboración
a) Desgrabación
b) Transcripción
3.3
Interpretación
a) Tipo de producto esperable
b) Recursos y medios de producción
4. Registro de la experiencia
III. Historia Oral: Experiencias.
La Historia Oral, como una
forma de explicar el pasado reciente y como técnica, es aplicable en diversos
contextos, como por ejemplo en lo científico, en lo cotidiano, en las
individualidades, en las masas, en la educación, en lo urbano o rural, en lo
familiar, en lo regional o nacional y en otras diferentes áreas impensadas,
siempre y cuando que la intención sea de reconstruir el pasado.
A continuación se señala
algunas experiencias o trabajos a partir de la Historia Oral.
En la obra Los Artesanos Libertarios y la ética del
trabajo de Zulema Lehm y Silvia Rivera Cusicanqui (1988) se destaca
básicamente la reconstrucción de la historia de grupos anarquistas de inicio
del siglo XX, que convergieron en la Federación Obrera Local (FOL). Y como
señalan las autoras, que el trabajo
“está basado en las vivencias, recuerdos y reflexiones de un puñado de
hombre y mujeres cuyas trayectorias personales se enraízan en una fase crucial
para el despertar organizativo de la clase trabajadora”. Como técnica de
recolección de datos se hizo uso de la Historia Oral, los relatos.
Otra experiencia muy
ambiciosa se trata sobre la iniciativa que llevó a cabo el Instituto Histórico
de la ciudad de Buenos Aires en 1985, denominado “Los abuelos cuentan la historia”. Esta
aventura consistió en que los abuelos narraran sobre la historia de Argentina a
través de sus propias experiencias a chicos de colegios en reuniones programadas,
rescatando así diferentes versiones, para luego armar la historia y publicarlo
(Barela, 2004).
Daniel James, en su trabajo
“Escuchar en medio del frío”, publicada en Doña
María: Historia de vida, memoria e identidad política (2004), presenta la
reconstrucción de la “historia sindical y la historia del trabajo en las
plantas frigoríficas” de la Argentina de 1945. Para la ocasión se centra
básicamente en los relatos de un informante clave, como es “doña María”, como
la llama, quien había tenido una “activa participación en las luchas de la
década de 1940, cuando militó tanto en el sindicato como en el Partido
Laborista” de la época.
En El Don Quijote brasileño: mentira y verdad en la historia oral (1996), pasa
algo con que puede uno toparse en la recolección de datos a través de la Historia
Oral. Se trata de Janaina Amado, autora de esta obra, quien se había llevado la
sorpresa que su informante le había estado contando mentiras. “Al revisar la
narración se da cuenta de que se trata de una recreación de Don Quijote y
descubre que la obra de Cervantes fue reelaborada por los pobladores de la
región de Goiás”. La investigación, a través de la Historia Oral, estuvo
planificada para recoger relatos sobre un movimiento social ocurrido en el
Estado de Goiás, Brasil, en las décadas de 1950 y 1960. En su búsqueda, se topó
con un informante de quien había recogido todo lo que contaba, pero luego,
después de una recolección de documentos sobre ese acontecimiento, se dio
cuenta que tal relato no concordaba en la mayoría de los casos. Le había
mentido.
Conclusión.
La Historio Oral es una técnica que puede ser vista
como alternativa para encarar el desafío de, no solo de reconstruir, “re-pensar
la Historia” a través del acopio de la información de los actores de un
determinado acontecimiento.
Si bien la Historio Oral nace por la necesidad de
captar la voz de los subalternos, en la práctica uno no debe encerrarse en esta
lógica, sino deberá tratar de captar también las voces de aquellos que siempre
son escuchados, todo esto con el propósito de tener el panorama completo de tal
acontecimiento puesto en estudio.
En este sentido, lo que el historiador profesional
deberá buscar con espíritu libre es el trabajo responsable, barajando fuentes
distintas, y no quedarse simplemente en unas cuantas anécdotas que pueden ser
engañosas.
Referencia bibliográfica.
AMADO, Janaina, “El Don Quijote
brasileño: mentira y verdad en la historia oral”, en Espiral, Estudios sobre Estado y Sociedad, Vol. II, N° 5, 1996.
ARCHILA Neira, Mauricio, “Voces Subalternas e Historia Oral”, en Anuario Colombiano de Historia Social y de
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BARELA Liliana, Mercedes
Miguez, y Luis García Conde, Algunos apuntes sobre
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FERREIRA, Marieta de Moraes. “Historia oral: una brújula para los desafíos de la
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JAMES, Daniel. “Escuchar en medio del frío”, en Doña María: Historia de
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123-159.
LARA, Pablo, y Ángel Antúnez, “La historia oral como alternativa metodológica para las
ciencias sociales”, en Revista de Teoría
y Didáctica de las Ciencias Sociales, núm. 20, Mérida, Universidad de los
Andes, 2014, pp. 45-62.
LEHM, Zulema y Silvia Rivera Cusicanqui. Los Artesanos Libertarios y la ética del trabajo.
La Paz, Bolivia: Ediciones del THOA, 1988.
MIGNOLO, Walter D., “El potencial epistemológico de la historia oral: algunas
contribuciones de Silvia Rivera Cusicanqui”, en Estudios y otras prácticas intelectuales latinoamericanas en cultura y
poder, Buenos Aires, CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales,
2002.
MARIEZKURRENA Iturmendi, David, “La historia oral como método de investigación histórica”,
en Gerónimo de Uztariz, núm. 23/24
znb., pp. 227-233.
PRINS, Guyn,
“Historia oral”, en Formas de hacer
Historia, Madrid, Alianza Editorial, S.A., 1996, pp. 144-177.
PARDINAS, Felipe, Metodología y técnicas de investigación
en ciencias sociales. Introducción elemental, México, Siglo XXI, Editores, S.A., 1969.
RIVERA Cusicanqui, Silvia. “El potencial epistemológico y teórico de la historia
oral: de la lógica instrumental a la descolonización de la historia”, en Temas
Sociales. Revista de la Carrera de Sociología 14, 1987, La Paz.
THOMPSON, Paul,
Historia Oral y contemporaneidad, en Historia,
memoria y pasado reciente, Anuario N° 20, Escuela de Historia-FH y A-UNR,
2000, pp. 15-34.
[1] Licenciado en
Ciencias de la Comunicación Social, estudiante del programa de maestría en
Historia de Bolivia y de América Latina, en Postgrado de Historia de la
Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), La Paz, Bolivia.

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