21 de mayo de 2013

¿Qué comen los españoles? Oro y plata


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EL PRECARIO ENTENDIMIENTO DEL INDIO SOBRE LA DEFINICIÓN DE “ACUMULACIÓN DE RIQUEZAS” FUE LO QUE LO LLEVÓ A SU DESASTRE, A SU COLONIZACIÓN MENTAL, POLÍTICA Y ECONÓMICA.
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En la pre colonia, es decir, antes de la llegada de los españoles a tierras americanas, la mentalidad sobre la “ostentación y acumulación de riquezas” entre los nativos no tuvo un soporte teórico. Ni siquiera lo conocían. Entre ellos, otro era la mentalidad histórica sobre el uso de sus recursos metalúrgicos: el oro y la plata.


La mentalidad sobre la codicia, el sometimiento al otro, ser un tirano impulsivo para obtener el mundo a los pies, la corrupción y el racismo, proceden de los invasores peninsulares. Ésos fueron, precisamente, algunos de los elementos culturales que trajeron consigo. 

Más bien, los minerales preciosos que tenían los “indios” a su alrededor, que los españoles fetichizaban a morir, no lo usaban más que para el uso diario, como la reverencia a sus dioses; es decir, como adorno para sus divinidades. Daban un valor de uso, no un valor de cambio como en el Viejo Mundo. La costumbre de ofrecer lo mejor a sus deidades ero lo primero, y no la preocupación de generar riquezas o llenarse los bolsillos con oro y plata para llevar una vida suntuosa a cuesta de otros, como los españoles lo entendían. 

En ese tiempo histórico en que vivían nuestros antepasados, no fue necesario usar el oro ni la plata para obtener alimentos o comprar algo material y/o espiritual, como lo hacían los españoles –un ejemplo: comprar perdón a través de las indulgencias–, porque la economía que practicaban no era mercantilista, sino una economía natural: trabajo en la tierra, el trueque y la solidaridad.

La historia dio un giro trascendental en el momento en que los españoles lanzaron el ancla en costas americanas. Desde Europa, estos invasores habían llegado con tres paradigmas bien aprendidas: riqueza, preeminencia social y evangelización católica romana. Entonces, sabían lo que buscaban. 

En consecuencia, el choque cultural fue catastrófico. Y a quienes afectó preponderantemente fueron a los amerindios, más que a los peninsulares. La confusión fue total, al nivel de un shock sicológico, explicación de los dioses no la hallaban, creyeron que fueron abandonados. Pero para los invasores, el escenario fue propicio, en el que consolidaban, ha filo de espada, sus afanes e intereses personales, como el apropiarse y luego usufructuar el oro y la plata.    

El precario entendimiento del indio sobre la definición de “acumulación de riquezas” fue lo que lo llevó a su desastre, a su colonización mental, política y económica. Desde entonces, el invasor peninsular aprovechó la situación hasta el extremo. El interés máximo fue el oro y la plata. Por lo tanto, desde el principio, éste cautivó al indio para intercambiar algunos objetos insignificantes, que eran novedad para ellos –por ejemplo un espejo o un peine–, con algo de oro o plata que llevaban siempre a la mano,  Después de varios esfuerzos, no sólo logró el trueque, sino también la información de dónde podría adquirir y saquear más. 

Cuando el indio preguntaba qué es lo que comían los españoles, la respuesta fue simple y llano: oro y plata. Esta actitud codiciosa de los invasores europeos llevó al amerindio a darse cuenta que ellos darían la vida por tener los metales preciosos en su poder; pero al mismo tiempo como una oportunidad de salvar, no solo su vida y su libertad, sino la de todo el imperio, que estaba infestada de invasores europeos.


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