Están anclados en la vieja escuela
sindical del siglo pasado:: relación obrero-patronal, aumento salarial de
acuerdo a la canasta familiar, reactivcación del aparato productivo –como si
estuviera paralizado–, atención a la clase obrera –como si todos fueran
trabajadores asalariados–, huelga de hambre, paro general e indefinido de
brazos caídos, son algunas de las tantas taras léxicas que hoy todavía están en
el vocabulario de los desorientados dirigentes de la ´gloriosa` Cob.
El contexto actual boliviano es diferente a la del siglo XX.
Estamos en un nuevo milenio y, por sus caracterísdticas, es tiempo de las
grandes mayorías –los indígenas y trabajadores– que siempre fueron
discriminadas y desplazadas de las desiciones del país, que tomó el poder para
las reivindicaciones que por largos años fueron truncadas. Por tanto, el
lenguje sectario de antaño ya no funciona, se debe crear uno nuevo que aglutine
al conjunto de la población boliviana trabajadora.
Este nuevo escenario, también nesecita de nuevos líderes
creativos que vayan más allá del salarialismo sectario y del discurso de reactivación
del aparato productivo, porque el Gobierno en ningún momento lo desatendió. Por
ejemplo, por qué no levanta la voz por todos los bolivianos, que no todos
persiven un salario, o en el lenguaje cobista, no tienen la relación
obrero-patronal, porque ellos mismos son sus propios patrones, trabajan por sus
propias cuentas en el mercado informal, gracias a la ´relocalización` de 1985.
Miopía de sus líderes.- El actual Directorio de la Cob, a la
cabeza del novel Juan Carlos Trujillo, no mira más alla de sus guardatojos, creen que con sus medidas
radicales muestran fuerza ante la población, más al contrariosin, lo que están
sembrando es antipatía en la población.

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