CRÓNICA DE UN INTOCABLE
Pasado el crepúsculo llegó al Penal de San Roque de Sucre, el ex rector de la Universidad San Xavier y ex alcalde de esa ciudad, Jaime Barrón, quien en algún momento creyó ser intocable. ¿Por qué pensaría así, no?... Todos sabemos. Ínfulas de poder.
Lo más grave: creyó, junto a sus amigos de la plaza, que la ciudad le pertenecía y cuidarlo era un deber. Ja, ja, ja., ¡qué riza que me da!, dice una parte de una canción. Pues llegó la hora de que empiece a ser un poco más humilde.
A nadie se le puede desear pisar la cárcel. Sin embargo, cuando alguien se comporta mal en un Estado de derecho, debe nomás asumir la responsabilidad.
Su imaginario clasista no le permitió asimilar que la justicia en algún momento le cobraría tanta maldad que había derramado el 24 de mayo de 2008, cuando incitó a los sucrenses a que humillaran, de manera inhumana, a personas que no tienen sus condiciones económicas y políticas; me refiero a los indígenas que habían llegado a la ciudad en plan pacífico.
La bienvenida estaba preparada por los citadinos; una multitud envenenada por los líderes y los medios de difusión de la ciudad. A los campesinos no les quedaba más que quedarse a ser humillados, porque fueron rodeados como un circo romano, además, acosados para la tortura.
Los pocos que lograron escapar fueron interceptados por la horda y conducidos a punta de pedradas y golpes a la plaza central para el ultraje...Si les daban la orden de sentenciarlos a muerte, lo hacían. Sólo era una orden. Pero tal intención nunca se dio. De lo contrario otra era la historia.
Los artífices de esta conjura no escatimaron en utilizar ningún arma contundente, que en el momento fueron repartidos por igual a la muchedumbre enardecida para someter a campesinos a la mayor barbarie de la historia boliviana. Todos recordaremos con impotencia esos momentos. Vimos por la tele.
Para que nunca se olvide: 24 de mayo de 2008 es el “Día de la Vergüenza Nacional”. La ciudad inculta se la ganó.
La justicia tarde o temprano llega, dice el adagio. Esta vez llegó temprano. Y a los felones de tal fechoría les llegó la hora de que rindan cuenta a la historia y a la justicia
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