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La Iglesia Católica es una organización privada, y
como tal, no debe excusarse de su responsabilidad ante sus empleados. Pues
también captó más recursos en limosnas, ofrendas, diezmos y dádivas de la
población que no es malagradecida, al contrario, es consciente con la bendición
recibida. Pero además, como una institución mundial que es recibe recursos de
organizaciones privadas provenientes del extranjero y del Vaticano.
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La desvergüenza de
los curas cruceños no tiene límite. El decir a la población que colabore para hacer
efectivo el segundo aguinaldo a los trabajadores de los centros de asistencia
social que administran, de lo contrario entrarían en crisis hasta desaparecer,
es un absurdo y una vil manipulación al estilo de la Edad Media.
Desde el siglo V
al XV, el europeo/a asimilaba una mentalidad del miedo y del terror a la
muerte, a la enfermedad, al infierno y a otras subjetividades que había envilecido
el Clero en sus mentes, de manera que estaban siempre prestos a actuar a las
órdenes supremas de los prelados. En otras palabras, la Iglesia Católica había
capitalizado los cerebros hasta mantenerlos en letargo, y nadie se atrevía a
refutar, ni por si acaso, a los mandatos que creían ser divinos.
Por esta razón
todo aquel que pretendía ser amnistiado de culpas, para no ir al infierno y
ganarse el cielo, la sociedad feudal compraba indulgencias de acuerdo a sus
posibilidades. Así un terrateniente, después de cometer sus más feroces
fechorías, acudía ante el redimidor y compraba el perdón con fuertes sumas de
dinero o simplemente con extensiones de tierras; y, poco después, volvía a
repetir la maña, convirtiéndose en un círculo vicioso, con ambos viciosos. Lo
mismo ocurría con la plebe, que eran obligados a diezmar una cantidad
considerable al alfolí, y tenían que ingeniárselas para conseguir el monto. Pues
ambos mercadeaban el perdón o la indulgencia.
Esa fue una de las
formas, durante el largo período de diez siglos, en que la Iglesia Católica
Romana amasó abundante riqueza, fortuna descomunal, no precisamente por un
fuerte laboreo, sino a través de chantajes y succiones de vidas de la gente.
Después de
dieciséis siglos la práctica demagógica clerical no ha cambiado. En Bolivia,
Santa Cruz es el departamento que sufre esta sumisión a falsas y aventureras
advertencias, semejándose a un feudo de terratenientes y religiosos. La Iglesia
desde siempre manejó, maneja y manejará sumas exorbitantes de dinero; por lo
tanto, miente a la gente de no tener recursos para hacer efectivo el doble
aguinaldo a sus trabajadores. Esta falsedad clerical es simplemente político.
Premio a la fuerza de trabajo del trabajador.
El 2013, el
gobierno de Evo Morales instruye a través del Decreto Supremo 1802 el pago del
doble aguinaldo -denominado “Esfuerzo por Bolivia”- para los trabajadores de
los sectores públicos y privados. Pero esta medida sólo será efectiva siempre y
cuando la economía crezca por encima del 4,5%.
¿Cuál es la
lógica de este segundo aguinaldo? Es de redistribuir la riqueza que se acumuló en
el transcurso del año, gracias a los trabajadores. Entonces es un premio al que
produjo tal riqueza, al que desgastó su fuerza de trabajo. Entonces, si el
empleador captó más divisas para sus arcas, es justo que remita a los bolsillos
de su empleado lo que le corresponde.
Ahora bien, la
Iglesia Católica no escapa de esta disposición legal-social. Es una
organización privada, y como tal, no debe excusarse de su responsabilidad ante
sus empleados, pues también captó más recursos en limosnas, ofrendas, diezmos y
dádivas de la población que no es malagradecida, al contrario, es consciente
con la bendición recibida. Pero además, como una institución mundial, recibe
recursos de organizaciones privadas provenientes del extranjero y del Vaticano.
El pretender
hacer creer que no cuenta con suficiente recurso es simplemente una tomadura de
pelo, un chiste de mal gusto y de subestimar a la población que sabe de la holgada
posición económica en que se halla el Curia.


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