___________________________
Dos regiones
anteriormente coloniales, EUA y América Latina, desarrollaron un crecimiento económico
desigual posterior a sus independencias.
______________________________
Abraham A. Sahua
U.
Al finalizar las luchas
independentistas en la América decimonónica, cada espacio o territorio
emprendía una particular vida republicana. Muchos de ellos se esforzarán en la
edificación del cimiento normativo que serviría de soporte en la nueva
configuración política, económica, jurídica y social en la que incursionaron: elaboración
de una constitución política que delinee los derechos y deberes de los
ciudadanos, la creación de nuevas instituciones y la configuración de los
límites del nuevo estado.
Lo que más preocupó a las
monarquías europeas que perdieron sus colonias en América fue la autonomía
económica de sus colonias.[1]
Consideraron recuperarla con ofensivas políticas de “reconquista”, pero la
ruptura del cordón umbilical fue definitiva. Y las naciones nacientes tuvieron
que readecuar sus economías en base a lo que habían heredado del período
colonial. Varios espacios siguieron con la práctica del antiguo sistema
económico, por lo menos hasta el último tercio del siglo XIX. Y algunos
lucharon por ponerse a la par de los ciclos económicos que marcaba el mundo en
ese momento.
Sin embargo, en este breviario no se abordan
los ciclos económicos de todas naciones latinoamericanas emergentes del siglo
XIX, sólo la emergencia de tres países del Sur de América, como puntos de referencia
-ya que todas las demás siguieron el mismo rumbo-, en ese tiempo de
consolidación de las economías de la región.
1. Génesis del subdesarrollo latinoamericano.
Según B. Stanley (1986), dos regiones
anteriormente coloniales, EUA y América Latina,
desarrollaron un crecimiento económico desigual posterior a sus
independencias. A ese hecho, el autor se pregunta: “¿Por qué, hacia 1870,
surgió EE.UU. quizá como la segunda nación del mundo en el valor de su
producción manufacturera mientras que América Latina siguió siendo todo un
importante productor de artículos común de consumo, materias primas y víveres
para la región noratlántica?”[2].
Y una presunción hipotética la halla en que ambas regiones construyeron sus
modelos de sociedad y economía abrazando la herencia colonial.
La diferencia entre las colonias de EUA y
América Latina radica en que los
colonizadores ingleses provenían de una Inglaterra modernizante y de avanzada,
racionalidad que luego fue materializada en sus colonias de América del Norte,
denominadas “las trece colonias”. En cambio, los peninsulares, provenían de una
sociedad atrasada, feudal y con muchos conflictos, que también transmitieron
esa realidad a sus colonias americanas, por la que quedaron retrasadas y con
dependencias exteriores.
Rápidamente esa herencia colonial despertó en
el ámbito político contiendas y disputas que llevó a guerras civiles internas,
diezmando a la población y perjudicando el crecimiento de los aparatos
productivos. No hubo ninguna planificación de ninguna naturaleza, más que
mezquindades e individualismos. Y la consecuencia de esa actitud fue lacerante,
al punto que ningún área productiva llegó a desarrollar una base económica
suficientemente grande para sobreponerse a otras economías. Fue en esas
condiciones las nacientes naciones americanas en que entraron a participar en
el ámbito de la expansión del comercio internacional.
Con todos esos defectos, sin embargo, en la
región se produjo un proceso de inserción a la economía de exportación con la
configuración de tres grupos de países exportadores de productos primarios:
países exportadores de productos agrícolas de clima templado, exportadores de
productos agrícolas tropicales y exportadores de productos minerales. “(Y…) en
cada uno de estos casos el comercio exterior contribuyó a configurar una
estructura económica particular.”[3]
A continuación veremos a tres países, Colombia,
Ecuador y México, que forman parte del segundo bloque junto con Brasil, América
Central y el Caribe, y cierta región de Venezuela. Este bloque entrará en
competencia con áreas coloniales y con la región del sur de EUA.
2. Colombia: la
producción del café.
La economía colombiana, desde la época
virreinal hasta su consolidación como nación,
tuvo varios matices que la llevó a constituirse como zona de producción
de diferentes productos.
En la colonia hispana se constituyó básicamente
como un espacio de economía minera; posteriormente, después de la guerra
independentista y guerras civiles internas, finales del siglo XIX, se impuso el
cultivo del café, principalmente. Y esta planta estimulante constituirá una de
las más importantes de la población colombiana a partir de la década de los
años cuarenta del siglo XX, que influirá decisivamente en su contexto económico
nacional.
Una vez constituida la nación colombiana, su
actividad económica más importante en el siglo XIX será la agricultura. Y el
principal producto agrícola de exportación era el tabaco, que tendrá vigencia
hasta las dos últimas décadas de dicho período, luego será reemplazada por la
producción del café. Este producto agrícola se convirtió desde entonces en el
principal monocultivo de Colombia. Asimismo, otros productos de importancia
fueron la quina, el añil y el algodón.
La minería no había muerto. En consecuencia, será la agricultura y la
minería la base de la economía de
Colombia en la época decimonónica.
Pero los productos típicos coloniales de
exportación al mercado europeo hasta finales del siglo XIX serán el azúcar y el
tabaco. Años después se dará una rápida expansión de la demanda de café y
cacao.
“La estructura económica de Colombia en el siglo XIX presenta tendencias
al fortalecimiento del liberalismo
económico con el estímulo a la libre
empresa, el libre comercio y la racionalización económica del Estado. (A…)
mediados del siglo XIX se realizaron
grandes cambios en la economía colombiana, en la que se ha llamado Revolución
socio-económica de 1850 en sus esfuerzos por una liberación de la estructura
económica colonial.”[4]
La nueva clase política, de corte liberal,
realizó reformas en la política, en la economía y en lo social, como la
abolición del monopolio estatal sobre el cultivo del tabaco (decretada en 1848
y vigente en 1850). “Esta medida
permitió una considerable expansión de dicho cultivo en Ambalena y regiones
circundantes. Esto posibilitó el desarrollo de la navegación a vapor por el río
Magdalena y fomentó la navegación. Durante unos 20 años ofreció una alternativa
a los exportadores de oro. (Y…) buena parte de la prosperidad derivada del
tabaco fue a manos de los comerciantes antioqueños, que a su vez manejaban la
minería del oro de esa región; esta acumulación del capital había jugado
después, en el auge cafetalero y en el desarrollo industrial de Medellín, un rol
fundamental.”[5]
Sin embargo la prosperidad del tabaco duró muy
poco. A partir de la década de 1870 se produjo el declive de las exportaciones
que se agudizará cada vez más en los años venideros por la competencia de
Brasil, el deterioro de la calidad por los métodos extensivos de cultivo y la
elevación de las tarifas en Alemania, que era el principal mercado consumidor.
El oro colombiano no había perdido vigencia, y
tendrá, hasta el auge del café, en la década de 1890, una presencia
invariablemente alta. Fue el segundo en su economía, a veces el primer lugar en
las exportaciones.
La principal región del cultivo del café será
Antioquía, en el occidente colombiano, la que representó en su momento una
pujante zona cafetalera, concentrando
muy pronto a la industria incipiente a través de un fenómeno intenso de
colonización interna.
“Uno de los movimientos internos de población de mayor significación en
Colombia en el siglo XIX, fue la colonización antioqueña en el occidente
colombiano, que llevó al poblamiento del sur de Antioquia, Caldas, Risaralta,
Quindio, Norte del Tolima, Norte del Valle del Cauca Chocó y otras regiones de
Colombia. Con la colonización Antioqueña surgió una nueva mentalidad y un grupo
social emprendedor en el occidente
colombiano, que con el hacha y el machete desmontó selvas, ocupó tierras, fundó
ciudades en la cordillera andina y se dedicó
al trabajo y al desarrollo para una sociedad progresista. Un nuevo eje
económico agrícola e industrial se desplazó hacia el occidente colombiano que
estimuló el desarrollo de algunas ciudades… “[6]
Es así, hacia 1880-90 la colonización agrícola
avanzaba en función de la expansión del cultivo comercial del café en pequeñas
propiedades y con el trabajo familiar. La colonización de Antioquia generó un
paisaje agrario peculiar que incidirá rentablemente en la evolución económica
de Colombia.
En consecuencia, gracias a la extensión del café y su auge de exportación, se unificó
geográficamente el occidente colombiano, y Antioquia tomó la delantera como
productor nacional del café hacia 1913, y que posteriormente se convertirá en
cultivo permanente y en la ocupación más importante de la población colombiana.
3. Ecuador.
Al constituirse el Ecuador como
república, una vez disuelta la Gran Colombia, quienes se apropiaron de
inmediato del poder fueron los grandes terratenientes, los cuales se habían
establecido sólidamente en la colonia.[7]
Es decir, desde fines del período
colonial, hasta gran parte del siglo XIX, las extensas propiedades que se
tenían en la Audiencia de Quito y la República del Ecuador, estarán controladas
por grupos minoritarios que venían de la colonia. Y la gran población indígena
sólo les servía como una forma de acumulación de riqueza por su mano de obra.
Sin embargo, este gran segmento de la población ecuatoriana fue de importante
consideración desde principios del siglo XIX, por su significación
cuantitativa. Por lo tanto, “…desde un total estimado de 496.846 habitantes,
265.000; es decir, el 53% eran indios”[8].
Pero la clase terrateniente tuvo
a otro sector como soporte de su economía, la introducción de los esclavos
negros a los centros mineros auríferos y a las haciendas.
En este período histórico,
Ecuador había desarrollado dos complejos económicos importantes, después de la
colonia: al Norte, minas y haciendas; al Sur, haciendas-obrajes, que
dinamizaron su economía con distintos sistemas. Por ejemplo, el sistema de
transacción; es decir, la venta de tierras a la parentela. En un principio
había una tradición de monopolio social que los mineros rompen al comprar
tierras. El sistema de arrendamiento de la tierra por ciertos factores que no
puede cubrir el terrateniente, por tanto lo arrienda, no lo vende, porque lo
necesita para mantener su estatus social. Todo esto imposibilitó la
modernización de la economía con tecnología del momento las unidades
productivas. Pero se desarrolló el sistema de estancia ganadera (ganado mular,
el más importante) y la unidad de plantaciones de varios productos importantes
como la coca, la paja toquilla y el tabaco.
Llegando a las últimas décadas
del siglo XIX, la región amazónica ecuatoriana se incorporó al mercado
internacional, a través de la exportación a gran escala del caucho,
constituyéndose así en “…el motor principal del proceso de articulación
espacial en la Amazonía ecuatoriana durante las últimas décadas del siglo XIX y
las primeras del XX”[9].
4. México.
Uno de los principales problemas
que había presentado la iniciada república mexicana fue que la gran hacienda
continuó replicando el sistema de opresión y pongueaje, lo que significó
ineficiencia y el impedimento de inserción de la agricultura a la economía
capitalista. En consecuencia, la industria y la tecnología se habían ausentado
en estas tierras. El momento señalaba que “…la hacienda ocupaba el 97% de la
tierra, mientras el grupo de hacendados, una élite de 847 propietarios, apenas
representaba al 3% de la población”[10].
El no fortalecimiento de la
economía mexicana se debió precisamente por el ausentismo de medios de
transporte y medios de comunicación básicos. Pero también por la no
potencializaron de los bancos, el capital, la tecnología y el adiestramiento.
El Estado no había visualizado estos problemas, porque su estructura continuó
siendo colonial, visión colonial; por lo tanto, la miopía del pasado lo
dominaba. Sin embargo, “el Estado no es el culpable del atraso, pero sí de no
haber fomentado un desarrollo agrícola más equilibrado”[11].
Pero en el último tercio del
siglo XIX, algunas regiones mexicanas sufrieron algunas transformaciones
importantes, sobre todo en las regiones que tenían proyección en expansión
urbana y a los mercados interconectados por el sistema ferroviario que se formó
durante el gobierno de Porfirio Díaz. Por tanto, estas regiones serán
convertidas en unidades productivas, en haciendas productivas, coherentes y
satisfactorias, también importantes. Con el avance de la tecnología,
propietarios se interesaron en la explotación racional, y se incorporan a la
economía mercantilista. Sin embargo, aun así, este proceso será una explotación
ineficiente de las unidades productivas mexicanas.
5. Conclusión.
Los países latinoamericanos que recientemente
se habían liberado del yugo de sus colonizadores, en ningún instante, por lo
menos al iniciarse como naciones, tuvieron la iniciativa de fortalecer sus
propias estructuras económicas. Eso fue un error lapidario que,
consiguientemente, los llevó a la dependencia. En consecuencia, estas naciones
emergentes al momento de transitar de la colonia a la república lograron
conseguir sus independencias más no sus libertades, que fueron embargados
inmediatamente en el momento en que se apropiaron de las revoluciones
independentistas las élites antiguas que no aspiraban a ningún cambio de
estructura en la nueva sociedad sino mantener el antiguo régimen. El cambio fue
sólo de dirigentes de la misma antigua élite colonial.
Fuentes
bibliográficas.
CATAÑO, Gonzalo, Colombia: Estructura Política y Agraria, Bogotá, Ed. Estrategia,
1972.
DEL PILAR GAMARRA, María, “La frontera nómada: frentes y fronteras
económicas en el proceso cauchera ecuatoriano (1870- 7920), en Procesos,
Corporación editora nacional, Quito, 1996.
FURTADO, Celso, La Economía Latinoamericana, Santiago, Ed. Universitaria, 1970.
GUTIÉRREZ R., Jairo,
“Comunidades indígenas, liberalismo y estados nacionales en los andes en
el siglo XIX”, en Pueblos de indios, economía y relaciones intertónicas en las ciudades,
Universidad Industrial de Santander,
1998.
OCAMPOS, Javier, Historia
básica de Colombia, Colombia, Colombia Ltda, 1984.
STANLEY, Barbaro, La herencia colonial de América Latina, Iztapalapa, Siglo XXI, 18ª
ed., 1986.
S. CARDOSO, Ciro,
Historia económica de América
Latina, Barcelona, Crítica, Tomo II, 1979.
NUÑELS, Jorge, “Marco internacional del proceso
independentista-latinoamericana”, en Enrique Ayala Mora, editor, Independencia y período colombiano,
Quito, corporación editora
nacional/editorial Grijalbo ecuatoriano, Vol. VI, 1989.
TORTOLERO, Alejandra,
“Crecimiento y atraso: la vái mexicana hacia el capitalismo agrario (1856 –
1920)”, en Anuario IEHS, Universidad
Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, 2003.
[1] Jorge
Nuñels, “Marco internacional del proceso independentista-latinoamericana”, en
Enrique Ayala Mora, editor, Independencia
y período colombiano, Quito,
corporación editora nacional/editorial Grijalbo ecuatoriano, Vol. VI,
1989.
[2] Barbaro Stanley, La
Herencia Colonial de América Latina, Iztapalapa, Ed. Siglo XXI, 1986, 18ª
ed., p. 124.
[4]
Javier Ocampo, “Historia básica de Colombia”, Colombia, Ed. Colombia Ltda,
1984, pp. 249-250.
[5] Ciro S.
Cardoso, “Historia económica de América Latina”, Barcelona, Ed. Crítica, Tomo
II, 1979, p. 40.
[6]
Javier Ocampo, “Historia básica de Colombia”, Colombia, Ed. Colombia Ltda,
1984, pp. 246-248.
[7] Jairo
Gutiérrez Ramos, “Comunidades indígenas,
liberalismo y estados nacionales en los andes en el siglo XIX”, en Pueblos de
indios, economía y relaciones
intertónicas en las ciudades, Universidad Industrial de Santander, 1998.
[8] Jairo
Gutiérrez Ramos, op. cit.
[9] María
del Pilar Gamarra, “La frontera nómada: frentes y fronteras económicas en el
proceso cauchera ecuatoriano (1870- 7920), en
Procesos, Corporación editora nacional,
Quito, 1996.
[10]
Alejandra Tortolero, “Crecimiento y atraso: la vái mexicana hacia el capitalismo
agrario (1856 – 1920)”, en Anuario IEHS,
Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, 2003.
[11]
Alejandra Tortolero, op.cit.

No hay comentarios:
Publicar un comentario