Escuchó al oído: “El miércoles (12-12-12) es el fin del mundo”. Se dio la vuelta y le siguió la corriente: “Yo ya me preparé. Construí un bunker debajo de mi casa con todo lo necesario para cuando llegue ese momento”. Se miraron… y desataron carcajadas hasta no poder más.
48 horas después, llegó tal día. Quien se lo creyó al
pie de la letra fue Valeriano Levalle, su otro amigo de la “U”, creyente en
todo y cuanto emite la televisión, lo que le llevó a dedicarse a la gran jarana, dejando a un lado su laburo.
Sólo esperaba las cero horas para que termine todo. Grosso error que cometió.
Pasado el día 12/12/12, una llamada lo despertó. Era
su jefa de trabajo, quien le reclamó por el encargo. Se neutralizó, en ese
momento le pasó muchas cosas por la mente, sólo balbuceó. Le advirtió que si no
entregaba el trabajo concluido hasta el mediodía, sería despedido con
ignominia.
Miró a los costados, arriba, abajo y vio que estaba
enterito en el mismo lugar donde se había depositado el día anterior. Lo que
esperaba no pasó, más al contrario, desde el alba hasta el atardecer de ese
día, el Todopoderoso derramó agua sobre su creación para que continúe su curso
por muchos milenios más. Se interrogó: “¿Qué pasó con el pronóstico de los
chamanes, esotéricos, satanistas, paranormales, nostradamus…? ¡Jiles!,
sentenció. Y se puso a tratar de recuperar el tiempo perdido sin pegar los ojos
por más de 48 horas, pues pendía de un hilo su ingreso económico. Su aspecto
cambió a zombi.
Él y muchos creyentes, después de morderse los labios,
tuvieron que asumir que no hay tal fin del mundo y que todo fue una cantaleta.
“Los mayas, aimaras, quechuas, también alegan que el
21/12/12 pasará algo… ¡qué me importa… que se metan ese presagio en el…! Pues
ya no creo en nada de lo que dice la tele: en que se debe reconducir el Proceso
de Cambio, que el Gobierno es dictador, hay persecución política, que Roger
Pinto es perseguido, que la consulta a las comunidades del Tipnis fue
autoritaria y colonialista, la justicia está politizada, que la corrupción se
institucionalizó con el Evo, que la oposición es el salvador del planeta y el
universo; ya no creo en nada de eso, reflexionó por último Valeriano. Tal
parece que aprendió la lección.

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