El tiempo histórico que vive Bolivia no es ordinario sino extraordinario, porque se desplazó del Poder a las pocas familias que se apropiaron del Estado por muchos lustros. Y es la lucha incansable de este sector minoritario de la sociedad de querer recuperar, a como dé lugar, lo que nunca les perteneció. Para eso no escatiman ningún esfuerzo.
Pero lo paradójico es que ahora cuentan en sus filas con la ayuda de dirigentes indígenas que, supuestamente, buscan la reivindicación de los pueblos indígenas, que en la práctica hacen lo contrario.
¿Y quiénes son estos seudo dirigentes indígenas? Son aquellos que desde siempre convivieron y compartieron las conductas de los partidos políticos neoliberales. Es por eso la efusiva alianza entre oprimido y opresor. Son éstos los que desean dar un golpe “indígena” al Gobierno más votado de todos los tiempos, con sus aparentes y oportunistas aliados
¿Podrán?, es la pregunta. Sin embargo, el Proceso de Cambio que llega más a los menos corre el riesgo de ser devastada por los “anti patrias”, separatistas y algunos resentidos indígenas.
La primera punta de lanza ya la dieron cuando insensiblemente promovieron la marcha de la CIDOB por la no construcción de la carretera por el Tipnis, siendo el argumento una farsa.
Y la segunda fue la trucha cumbre de la CIDOB que concluyó en algo peligroso: modificar artículos de la CPE para que los recursos naturales hidrocarburíferos se han manejados por las gobernaciones y no sea exclusivo del gobierno central; es lo que siempre pidieron los separatistas del Oriente.
Aunque no se crean, el pueblo boliviano ya no es ingenuo, es un batallador democrático, sabe lo que le conviene y es un centinela del Proceso. Y sabrá en su momento qué hacer si realmente quisieran interrumpir la Revolución Democrática y Cultural.
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