22 de febrero de 2013

La vida no se compra




A media mañana del domingo gris, con señales de tormenta y lluvia, una familia de cuatro personas abordó el minibús en la ruta Ciudad Satélite-Ceja. En el trayecto, el hijo veinteañero dijo a su madre: “En la tele hacen mucho show sobre la muerte de la periodista, como si fuera gran cosa no”.

A simple impresión de la vasta cobertura informativa que emiten los medios sobre las quince puñaladas que segó la vida de Hanalí Huaycho –que dejó en este mundo a su hijo de cinco años–, parece cierto lo que dijo el imberbe. Sin embargo, el fondo del asunto es otro. Pero, como él, seguramente muchos caen en similar conclusión, sin dar lugar a otra reflexión. 

La “gran cosa” no es la periodista, fue solo una trabajadora del canal PAT, con amigos/as periodistas que se solidarizan con la familia dolida, dando énfasis y seguimiento al hecho macabro propiciado por la mano cobarde de quien fuera su esposo, el ex teniente Jorge Clavijo, que pasó a la clandestinidad luego de cometer el crimen.

Aunque fuera una gran acaudalada de los billetes verdes o una persona que extiende la mano para unos cuantos pesos –que jamás le darían cámaras por más que le pasase algo peor–, el asunto sigue siendo otro. En este caso no interesa la posición social, económica, cultural y otros.

La “gran cosa” es el hecho en sí, del mello y desprecio a la vida, a la integridad física humana, por uno que abusa de su condición. El punto es el feminicidio, que en estos momentos, en varios lugares del planeta, muchas mujeres están siendo víctimas de ello.

El libro de los libros, la Santa Biblia, señala con gran tino que la MUJER es como un “vaso frágil”. Para entenderlo, no es necesario ser un gran teólogo sino humano. Pero algunos miserables pierden ese don, dejándose llevar por el más bajo instinto mundanal, que lo manifiestan de múltiples maneras, hasta privar la vida.

Reflexionar en estos momentos sobre el asunto, es una necesidad…

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