Los militares chilenos, en una de
sus marchas, corearon a voz en cuello para la cámara de un teléfono móvil, las
siguientes frases xenófobas: “Argentinos mataré, argentinos mataré; bolivianos
fusilaré, bolivianos fusilaré; peruanos degollaré, peruanos degollaré”.
Una vez hecho el vídeo casero, lo colgaron al
internet. ¿Cuál fue el fin? ¿Acaso quedar en ridículo? Si fue así, lo
consiguieron, porque las diplomacias de los países mencionados se pronunciaron
negativamente y recibieron solidaridad de la comunidad internacional,
condenando tal afrenta.
Pero esa anécdota tiene su contexto. ¿Cuál será? Es la cumbre de la Celac (27 y 28.01.13), que se desarrolló en el corazón de Chile, en Santiago, donde Bolivia reclamó frontalmente al anfitrión sobre su Litoral cautivo, y recibió apoyo amplio del pleno, qué tal.
Desde entonces, ¡la oligarquía chilena está rabiosa,
está rabiosa! Al parecer, fue consumido por su complejo de inferioridad e
impotencia.
Pero, no hay que ponerle tanta tinta al tema, allá
ellos con su rollo y nosotros con el nuestro, como por ejemplo cumplir con los
acuerdos internacionales. Uno de ellos es la lucha frontal contra el
contrabando, que se consumó –el miércoles 13.02.13– con la entrega de más de
500 automóviles ilegales al gobierno chileno. Este hecho es para las páginas de
la historia.


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